“Necesitas dejar de ser perfeccionista si quieres emprender”, me dijeron en alguna ocasión.
Al principio no lo entendí, sentí como que querían que fuera “mediocre” o hiciera las cosas “al aventón”, sin embargo, toda mi vida profesional me he caracterizado por hacer bien mi trabajo, “no voy a empezar ahora creando algo que no es de mi entera satisfacción… yo no voy a hacer un trabajo mediocre”, pensé.
En nuestra sociedad impulsada por el éxito, ser perfecto es el objetivo final. Los rasgos del perfeccionismo (esfuerzo constante, atención al detalle, altos estándares, compromiso con los resultados, dirección, trabajo duro, logros, planificación y preparación) son muy elogiados y admirados.
Sin embargo, la realidad es más cruda, pregúntale a un perfeccionista cómo es realmente su vida y te dejará...
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Nos dará mucho gusto