Hay muchas definiciones de la palabra estrés. Por ejemplo, según la American Psychological Association, el estrés es “cualquier experiencia emocional molesta que venga acompañada de cambios bioquímicos, fisiológicos y conductuales predecibles.” Por otro lado la Real Academia Española lo define como “tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.”
En realidad, no toda experiencia emocional molesta o agobiante es estrés, no todo el estrés es nocivo, y no todos los seres humanos reaccionamos de la misma manera. Es más, el estrés no es una reacción a una situación agobiante como estamos acostumbrados a pensar; el estrés es una respuesta a nuestra forma de ver esa situación, al significado que le damos a las circunstancias del momento. El estrés, por lo tanto, puede ser nuestro mejor aliado o nuestro peor enemigo, y nuestra forma de pensar nos permite cambiarle la cara al estrés.
Hay una forma de estrés positivo, también llamado eustrés, que nos estimula, nos motiva, y también nos protege. Por ejemplo, las mariposas en el estómago, las manos que sudan, las palpitaciones, la risa o el llanto que nos asaltan cuando vamos a participar en una competencia, tenemos un nuevo trabajo, lanzamos un nuevo proyecto, aprendemos a manejar, nos casamos, o nace un hijo son el resultado de una mezcla de entusiasmo y alegría, temor ante nuestras capacidades, y el reto de lo nuevo y lo desconocido. Como resultado, planeamos, ensayamos, estudiamos, nos preparamos, visualizamos, y ponemos todo nuestro empeño para que las cosas salgan bien. El eustress es nuestro aliado y tiene el propósito de mantenernos enfocados, de evitar que hagamos tonterías, de estimular nuestra autoconfianza, y de crear resiliencia.
Por otro lado, el estrés crónico, también conocido como distrés, es el que se acumula día tras día y nos desgasta poco a poco. Es el que se presenta cuando nos toca la ley de Murphy, tenemos preocupaciones económicas, un mal día en el trabajo, tareas que están más allá de nuestras capacidades, problemas familiares, y otras situaciones que nos abruman y agobian. El estrés crónico se puede manifestar como enojo, frustración, resentimiento, aislamiento, falta de autoestima, fatiga crónica, angustia, y excesos (de comida, de alcohol, de compras, etc.).
Un ejemplo cotidiano de estrés crónico es el que se presenta cuando estamos atorados en el tráfico, lo cual suele suceder con frecuencia. Nos ponemos de mal humor, tocamos el claxon, le decimos algo impropio al de enfrente, vemos el reloj cada 10 segundos, empezamos a sudar, sentimos ansiedad, hablamos en tono golpeado...
Estas reacciones comunes no se deben a las circunstancias en sí sino a que nuestra mente está pensando en consecuencias catastróficas. Por ejemplo, nos ponemos a visualizar que vamos a llegar tarde a la junta, a la salida de la escuela, al concierto, al médico, o de que se nos va a acabar la gasolina - voy a perder mi trabajo, mis hijos están solos y desatendidos, no nos van a dejar entrar, voy a perder mi cita, me voy a quedar tirada en la autopista.
Esta forma de pensar es nuestro peor enemigo y a la larga puede resultar en consecuencias de salud serias. Lo bueno es que podemos vivir en forma plena y saludable si evitamos el acumulo del distrés y le cambiamos la cara a una más amigable. Para eso te sugerimos tomar en cuenta los siguientes tips:
1. El poder de escoger - Todos los seres humanos tenemos la capacidad y el poder de escoger un pensamiento en vez de otro. Si tomamos consciencia de los pensamientos que nos causan distrés (la mayor parte son solo interpretaciones nuestras), las sensaciones desagradables que éste genera, y nuestra forma de responder ante el mismo, nos damos cuenta que muchos de estos pensamientos no nos hacen bien. Para cambiar nuestra forma de pensar, preguntémonos ¿qué otra explicación puede haber? o bien ¿de qué otra forma puedo ver esta situación? y examinemos los resultados. Al escoger pensamientos positivos generamos esperanza, fé, calma, y descubrimos nuestra mejor arma para combatir el estrés.
2. Prioridades - ¿Cuáles son tus prioridades en la vida? Reflexionar sobre nuestros valores en momentos de estrés nos ayuda a hacer frente a situaciones difíciles. Al respetar nuestros valores, podemos pasar del conflicto interno a la claridad, y tomar decisiones conforme a nuestros principios.
3. Tus miedos - El miedo es la razón principal por la cual sentimos estrés -miedo a perder el trabajo, a que nos falte el dinero, de nuestra falta de conocimientos o habilidades, a hacer el ridículo, al qué dirán. Por miedo no tomamos buenas decisiones, y renunciamos a nuestras metas y sueños en la vida.
4. Vivir en el presente - Lamentar el pasado no cambia nada. Preocuparnos por el futuro es una pérdida de tiempo y energía en algo que no existe y puede que sea completamente diferente de lo que te imaginas. El único momento que tenemos es el presente, y hay que saberlo vivir plenamente.
5. Tu salud - ¿Recargas tus pilas tan seguido como recargas las de tu celular? Si la respuesta es no, considera darle a tu organismo todo lo que necesita para funcionar en forma óptima - alimentación, ejercicio, descanso, meditación. El regenerar nuestros tejidos y regular nuestras funciones nos hace sentir saludables, y nos permite estar más centrados, fuertes, alertas, y productivos.
6. Poner límites - Recuerda que los demás te tratan como tú les das permiso de que te traten. Muchas veces escogemos decir que sí a favores y situaciones que nos crean estrés y ansiedad. Lo hacemos por complacer a otros, para quedar bien con alguien, para ser aceptados. Es importante conocer nuestras limitaciones y saber poner límites para tener más libertad y control de nuestras vidas.
7. Soltar - El querer que todo sea como nosotros quisiéramos, el querer siempre tener la razón, el querer tener el control son hábitos que no nos benefician y además nos enajenan de los demás. Hacer nuestro mejor esfuerzo, soltar el control, y confiar en la infinita sabiduría del Universo hace que las cosas fluyan y se den de la mejor manera.
Si tu nivel de estrés te está llevando al desgaste físico y emocional, te recomendamos obtener ayuda profesional de un coach, psicoterapeuta, o psicoanalista.
© Todos los derechos reservados, Aldin Consulting Group. Colaboración
por Susanna Clavello, Coach de Bienestar Emocional y Crecimiento Personal
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Nos dará mucho gusto